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A veces todo lo que necesitas es un fin de semana lejos de la gran ciudad para desconectar del trabajo y conectarte con lo que más echas de menos: tu tiempo, el despertar tarde, el silencio, los pájaros, las estrellas, la simplicidad y el ambiente rural. A veces se agradece la falta de una panadería en la esquina de casa y que no pasen coches debajo de tu ventana. Y que puedas disfrutar este tiempo con tu pareja o amigos sin interrupciones, sin horarios y sin la multitud de eventos que te ofrece una gran ciudad. Por esto nos fuimos de escapada rural romántica en Guadalajara, la provincia elegida.
Por que hacer una escapada rural romántica a Guadalajara?
La verdad es que elegimos la zona no solo por su cercanía a Madrid (135 Km o una hora y media en coche), sino también por el hotel rural donde nos hospedamos, Los Ánades, que está en el pueblo de Abánades. Este pequeño pueblecito prácticamente no tiene nada y por suerte en el hotel había restaurante, así la primera noche no tuvimos que salir de ahí para cenar.
El sábado por la mañana cogimos las bicicletas que nos prestó el hotel e hicimos una ruta por el campo. El propio hotel te da un mapa de rutas, con tiempo de duración (andando y en bici) y también nivel de dificultad. Nosotros elegimos la ruta 5, de dificultad media y aproximadamente 1 hora de duración, y fue muy bueno respirar aire puro, hacer algo de ejercicio y ver inmensos campos de trigo, además de amapolas y otras flores silvestres.
Por la tarde, después de comer en el pueblo vecino de Sacecorbo y hacer una larga siesta, fuimos a pasear por Medinaceli, donde yo no había estado todavía. Es una ciudad que se ve desde lejos porque está arriba en la montaña, además de por su imponente Arco Romano, una obra de finales del siglo I d.C. y que sigue en pié.
El domingo dejamos el hotel después del desayuno y fuimos a ver otros pueblos y miradores naturales que íbamos encontrando por el camino. La primera parada fue en el Parque Natural Barranco del Río Dulce, más precisamente en el Mirador de la Pelegrina, desde donde se veían formaciones rocosas mezcladas con un bosque y muchos senderos, a los cuales queremos volver más preparados para recorrerlos en una próxima oportunidad.
Después de ver desde la carretera un imponente castillo y una majestuosa catedral, nos dirigimos a lo que sería la segunda parada del día: la ciudad de Sigüenza. En ella, visitamos la catedral, el Doncel, la bonita Plaza Mayor llena de gente tomando el aperitivo y su Castillo/ Parador de Turismo.
Por Sigüenza pasan rutas como el Camino del Cid, que se basa en el poema épico de la literatura española que narra sus hechos heroicos, la Ruta de la Lana, una variante del Camino de Santiago que pasa por la región (hay una iglesia de Santiago en la ciudad), la Ruta de Don Quijote, ya que se menciona la ciudad en el famoso libro de Miguel de Cervantes, y la Ruta de las Serranías, que recorre la provincia de Guadalajara. Uno definitivamente no se aburre con todas las posibilidades de conocer esa región de Castilla La Mancha.
Luego de camino a nuestra siguiente parada pasamos por las Salinas de Imón, del siglo X. En las orillas del río Salado se ve toda la estructura del local que está desactivado desde 1996 y ha sido declarado Bien de Interés Cultural.
Finalmente llegamos a Atienza, último destino del viaje, y conocimos su enorme iglesia de la Trinidad y, en la montaña, el Castillo Roquero, desde donde se veía la Plaza de Toros.
Hotel rural Los Ánades
Si puedo decir la verdad, el hotel ha sido la gran atracción del fin de semana. Es un 4 estrellas todo construido de piedra que cuenta con gimnasio, salón de juegos, biblioteca con chimenea y un impresionante spa.
Todas las referencias que leí sobre el lugar antes de ir hablaban del spa, así que decidimos hacer una reserva y, de haber tardado un poco más, nos hubiéramos quedado sin plaza. Dispones de 90 minutos solo para ti y tu pareja, o tu grupo – o sea, no lo compartes con los otros huéspedes – para aprovechar el jacuzzi, las saunas (seca y de vapor) y las tumbonas, todo a la luz de las velas y con una música suave. ¡Al final el tiempo se hizo demasiado corto!
Nuestra habitación se llamaba La Portachuela y tenía cama con dosel, un altillo con mesita y un balcón con vistas al campo. Por la noche puedes tomar algo a la luz de la luna, y de día el sol te invita a salir y disfrutar de los alrededores.
Estábamos deseando que llegase el momento de desayunar porque desde que entramos en el hotel, la noche del viernes, el olor riquísimo a bizcocho nos despertó la curiosidad. Y no nos defraudó! Pan casero, mantequilla de Soria, zumo de naranja recién exprimido, tomate rallado, jamón Serrano y el bizcocho…todo en la medida correcta de lo que necesitábamos.
El hotel tiene habitaciones de diferentes tamaños para hasta 8 personas y acepta animales de compañía. Además del préstamo de bicicletas, también tiene un mini campo de golf y un jardín enorme. El restaurante, El Ánade Real, abre para comidas y cenas y el menú es bastante variado. Son muy atentos y simpáticos, ha sido un excelente fin de semana. Si buscas un sitio con encanto (y con un maravilloso spa), ¡lo recomiendo!
La estancia en la Casa Rural Los Ánades ha sido una colaboración con Club Rural.
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